Una planta de tomate produce varios kilos. Normalmente, todos los tomates maduran más o menos al tiempo. Pocas plantas en un jardín o en huerto representan un problema para el consumo familiar. Por eso, en una época del año, todas las familias de Italia dedican días enteros a fabricar esta salsa. Conservan así la cosecha y la consumen durante todo el año.
Una buena salsa de tomate está hecha de tomates que se hierven y se machacan hasta hacer un puré. Para conservarlos se les agrega limón y sal. Para mejorar el sabor puede agregársele orégano, ajo y aceite de oliva.
Una caja de tomates puede llegar a costar muy poco en la plaza de mercado, especialmente en algunas épocas del año. No está de más preparar una cantidad de salsa de tomate, que se conserve en frascos de vidrio hervidos y sirva para preparar cualquier plato después. De esa manera, quizás dejaremos de consumir en casa esa salsa industrial llamada ketchup, que tanto ha contribuido a generar enfermedad cardiovascular en el mundo, por el sodio y el azúcar que le suman a nuestra alimentación.
Ingredientes:
- Tomates maduros
- Limón
- Orégano, Tomillo o Albahaca
- Aceite de oliva
- Sal
Preparación:
Hierve unos tomates bien rojos. Cuando estén blandos, pásalos por un pasapuré o una licuadora y cocínalos más hasta dejar la salsa de la textura que desees. Mezcla con un chorrito de zumo de limón, otro de aceite de oliva, sal marina, pimienta y unas hojitas de una hierba como orégano o albahaca (fresca, seca o congelada). Añade ají al gusto.
Aparte, hierve los frascos de vidrio en agua (las tapas sueltas también) por unos minutos para esterilizar. Vierte la salsa en estos frascos y tápalos inmediatamente para evitar la contaminación. De esa manera podrás conservar la salsa fuera de la nevera por el tiempo que quieras, sin peligro de que se dañe.